sábado, 13 de agosto de 2011

Mordisquito Yo no inventé a Néstor y a Cristina





Bueno, mirá, Mordisquito, hoy, en el 2011, te lo digo de una vez, yo no inventé a los Kirchner. Te lo digo de una vez, como hace más de 60 años Discepolín te decía que él no había inventado a Perón. Si, si, antes que me lo recuerdes, te lo digo yo: Néstor no era Perón. Y Cristina no es Evita.




¡Qué te parece! ¡Vaya comparación! Pero ¿sabés que pasa, Mordisquito? Como aquel gran narigón, autor de himnos como Cambalache, Uno, Yira Yira, y tantas otras páginas inolvidables, yo también quiero terminar con este derroche de buena voluntad que estoy poniendo en mi afán por liberarte de tanto macaneo, de tanto charlatán impune, de tanto gorila mediático, de tanto “medio pelo” resentido.




La verdad Mordisquito, yo no lo inventé a Néstor; ni a Cristina. Ellos nacieron como una reacción a tantos gobiernos retrógrados y “neoliberales”. Yo no lo inventé a Néstor, ni a Cristina, ni al Frente para la Victoria. Los trajo, para defenderse, un Pueblo al que vos y los tuyos habían condenado a un irremediable destino de miseria y exclusión. Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad.




Yo no los inventé, Los trajo esta lucha salvaje que siempre nos proponen vos y los tuyos, Mordisquito. Los trajo el cansancio de tanta gente a la que vienen verdugueando hace más de 35 años. Los trajo tu tremendo desprecio por los de abajo, por los laburantes. Los trajo el dolor de haber sufrido la dictadura más cruel de la historia, que hizo desaparecer a miles de compañeros mientras vos, Mordisquito, paseabas por Punta del Este, Río de Janeiro y Miami, con la mágica fiebre del “déme dos”.




Y cuando pasó el miedo a la represión, llegó el hambre, la falta de trabajo, el Plan Austral, el Plan Primavera. Y los laburantes siempre poniendo el lomo, mientras vos timbeabas con el dólar. Y… ¿que nos quedó? El Punto final y la Obediencia debida. ¿Y sabés que otra cosa los trajo? Los trajo la traición de aquel riojano disfrazado de Facundo Quiroga; el que le vendió el P.J. a tus amigos, el que festejaba con Neustad y Grondona, diciendo “Je, je, je, si decía lo que iba a hacer no me votaba ninguno”. Y se reían, Mordisquito. Se reían.




Claro, no mataban peones ni trabajadores molestos, porque no hacía falta. Simplemente los dejaban sin trabajo. ¿Te acordás, Mordisquito? Vos, mientras tanto, festejabas. Y empezaste a viajar a Cancún, a Punta Cana; te mandaste un par de cruceros de lujo por el Caribe. Un peso = un dólar, Mordisquito. ¿Te acordás de Cavallo y la convertibilidad? ¿Tengo que explicarte más? ¿Te tengo que hablar de las miles de empresitas familiares, y alguna más grande también, fundidas, cerrando sus puertas, dejando a todos los laburantes en la calle, porque “la onda” era importar? Vos comías jamón crudo español y queso suizo, Mordisquito. Pero el Pueblo, el que antes había vivido de un jornal o un sueldo, corría la coneja. Si, yo sé que te fastidia que te lo recuerde. Claro.




Pero vamos a terminar con el verso de una vez. Porque, te repito: yo no los inventé ni a Néstor ni a Cristina. Los trajo la injusticia, el desengaño del Pueblo por tanta mentira, por tanta traición. Los trajo el vaciamiento del Estado que realizó el gobierno del turco Menem y su socio, el cabezón Duhalde, con Domingo Cavallo en el Ministerio de Economía. Y los trajo el regalo de las empresas públicas, de Aerolíneas, de Segba, de YPF, de Gas del Estado, de SOMISA. ¿Te acordás de Somisa, Mordisquito?




Ni los milicos se atrevieron a regalar así todas las empresas del Estado por papelitos de colores de la deuda externa, que se compraban a 30 en el mercado y el Estado te los tomaba a 100 para pagar las empresas que se privatizaban. Papelitos de una deuda que, además, era casi toda trucha. Claro. Los milicos miraban el cuadro de San Martín en los cuarteles y sentían un poquito de vergüenza. No podían olvidar que YPF nació por impulso de Mosconi que era general, y que Savio, que fue otro militar, es casi el padre del acero en Argentina. Pero al turco no le importaba; él era “pragmático”. Por eso te gustaba a vos, ¿no Mordisquito? Con los verdes que entraban mantenía el 1 a 1 y vos y tus amigos pudieron conocer Europa. ¿Fuiste a Paris? ¿Y a Roma? Claro, mientras tanto, por acá había muchos que no podían ni pagar el pasaje de colectivo para salir a ver si conseguían algún trabajo.




Y si; la memoria fastidia, claro. Pero yo no inventé a Néstor y a Cristina. Los inventó toda esa mugre, esa injusticia. Esa postración de nuestro Pueblo. Los inventó la falta de laburo, los inventó cada pibe que dejó de ir a la escuela. Yo se que te da rabia que, como Discepolín, te lo repita muchas veces. Pero lo que me da más rabia a mí es que no querés escucharlo. Reconocé, de una vez, que a vos también te cagaron. Reconocé que a tu primo, el investigador científico lo mandaban a lavar los platos. Y que tu sobrino todavía sigue trabajando para el mismo patrón, figurando como monotributista después de 15 años. Claro, así aprendieron a bajar costos. Flexibilización le llamaron, ¿no Mordisquito?




Sin pagar aportes jubilatorios, ni seguro de vida, ni A.R.T. No lo sigas negando. Reconocé que ese Pueblo, que se bancó 18 años con su partido político mayoritario proscripto, y que recuperó la alegría en el 73, después fue masacrado, física y económicamente. Fueron muchos años Mordisquito. Demasiada pobreza y demasiado sufrimiento. Como dijo una vez el Diego, a ese Pueblo le cortaron las piernas. Mordisquito.




Porque a un tipo que toda su vida no hizo más que trabajar para dar de comer a su familia, dejarlo sin laburo es cortarle las piernas. Es robarle la dignidad. No me jodás más, Mordisquito. No me digas que hay muchos que no quieren trabajar, que son vagos. Probá vos. Presentáte a un laburo y dejá como dirección una casilla en una villa. En cualquiera. En la ciudad de Buenos Aires o en la Provincia. Y sentate a esperar que te llamen. Mientras esperás, probá de leer las obras completas de Sócrates, esas que leyó tu amigo el turco.




Alguno de esos hombres que perdieron su trabajo, en el afán por ganarse un peso para que sus hijos coman se hizo cartonero. ¿Qué me vas a decir? ¿Qué el cartón y el plástico se pagan bien? ¿o como ese Mauricio, que es Macri, vas a decir que se roban la basura? ¿Alguna vez probaste salir a revolver la basura de otro para ganarte unos pesos? ¡Hacelo! Y tratá de llevar con vos a tus hijos. Seguramente pensarás que los pibes se divierten. Los tuyos, a lo mejor te lo agradecen. Seguís sin entender.




Mordisquito. Te lo repito. Yo no inventé ni a Néstor ni a Cristina. El Pueblo, harto de vos y de los tuyos, los inventó. Inventó a ese flaco con la cara curtida por el frío y el viento del sur y a esa mujer que se le plantaba al turco y a su banda en el Congreso. Y el Pueblo les puso todas las fichas. Y se las sigue poniendo, Mordisquito. Vos, en tanto, seguís escuchando a los que Discepolín llamaba “pajarones”. Esos pajarones que siempre tienen buena presencia, mucha prensa, hablan en difícil y vos, aunque no entiendas ni medio, repetís lo que dicen. Compraste Mordisquito.




Compraste el cuento del “mercado” Mordisquito. Compraste el cuento de los “multimedios”, el de las consultoras “especializadas” y los gurúes, como les llaman ahora. Cuando éramos chicos leíamos cuentos de piratas que nos fascinaban. Eran piratas buenos. Siempre le robaban a los malos y repartían con los buenos y con los pobres. Pero crecimos, Mordisquito, crecimos. Y los piratas no se tapan más un ojo. Ahora te tapan los dos a vos, para que no veas como te engañan. Mientras tanto el Pueblo, harto, empezó a buscar como dar vuelta la taba. Y los inventó a Néstor y a Cristina. Y, como te dije antes, les puso todas las fichas. Y, aunque ya no tengamos por acá a Néstor, el Pueblo sabe que anda por allá arriba con Perón y con Evita.




Y ese Pueblo sigue bancando a Cristina para que, todos con ella, recuperemos el país. Fueron muchos años de saqueo y esto no se arregla en un par de años. Hay que profundizar el modelo económico nacional. Hay que profundizar la generación de puestos de trabajo de calidad. Hay que profundizar la educación de calidad. Hay que profundizar la justicia. Hay que profundizar la dignidad. No es poco. Te dejo, Mordisquito. Con tu conciencia. Los Kirchner son tuyos. Vos los trajiste. Por tu inconducta, por tus abusos. Por tu desprecio hacia el más débil. A mi lo único que me resta es agradecerte, como diría Discepolín, por el bien enorme que sin querer le hiciste al país. Y a nuestro Pueblo. ¡A mi tampoco me la podés contar más, Mordisquito! Hasta otra vez. Si, hasta otra vez. Gerardo Abbruzzese

viernes, 12 de agosto de 2011

El Mandrake del básquetbol se fue hace once años





Alberto Pedro Cabrera o "el mago Mandrake", como le decían los periodistas porteños o "Beto", como se lo conocía acá, fue uno de los basquetbolistas bahienses más destacados en la época de oro.

Murió hace once años, el 12 de agosto de 2000. Tenía tan sólo 54 años. Hoy, una de las principales avenidas de la ciudad lleva su nombre. (Mirá "Un mago del básquetbol", especial multimedia de lanueva.com).

"Cabrera le dio brillo y lustre al prestigio de Bahía Blanca en básquet", dijo Enrique Nocent, exjefe de Deportes de La Nueva Provincia.

"Reunía las condiciones básicas para estar en la Selección bahiense, pero además tenía una técnica superior. Distinto al resto", agregó.

"Nosotros jugábamos por la camiseta", dijo "Beto" una vez. Y la suya, con el número 14 en la espalda, se convirtió en objeto de veneración.

El Círculo de Periodistas Deportivos de Argentina le otorgó tres Olimpia de Plata: en 1970, 1973 y 1974; a la par de Carlos Monzón (boxeo), Héctor "Chirola" Yazalde (fútbol) o Roberto De Vicenzo (golf).

En 1999 lo proclamaron deportista del siglo de la ciudad. Y quienes lo conocieron, afirman que como persona era mucho mejor.

Jugó en Bahía durante 23 años, desde el 30 de abril de 1961 hasta el 16 de enero de 1984, con una interrupción para jugar en Gimnasia y Esgrima La Plata.
"Íbamos a la cancha sabiendo que algo sutil, valioso, creativo, inesperado se podía ver", dijo el periodista de LU2, Rafael Emilio Santiago.

"Cabrera hacía muchas cosas elegantes, decisivas, sostenidas en la cancha: conducía, anotaba, asistía, defendía, raro que saliera por cinco, difícil que perdiera la calma, muy extraño que alguien se quejara de él. Y además sabía perder", agregó.

Aunque para él, lo importante era ganar y hacer de Bahía la capital del básquetbol.

Pero con los años, ya como entrenador de Estudiantes, declaró que la ciudad ya no ostentaba ese título: "Nos quedó una infraestructura chica y no hicimos cosas más grandes. Las divisiones menores se fueron perdiendo y la gente ya no apoya el básquet", dijo en 1989.

Cabrera, por Fruet
"Fue el mejor jugador de básquet que vi. Y tuve la suerte de compartir el juego con él. Era distinto", dijo Atilio "Lito" Fruet, compañero de Cabrera en las selecciones de Bahía, Provincia y Argentina.

El 12 de agosto de 2005 se impuso el nombre de Cabrera a la continuación de calle Sarmiento, entre Fortaleza Protectora y Jorge Newbery. Y "Lito" consideró que esa también debería ser su calle: "Vas por Cabrera y volvés por Fruet", dice casi llorando. (Mirá la videoentrevista al "Flaco" gordo de títulos)
http://portallatdf.blogspot.com/2011/08/humor-sobre-los-black-berrys-y.html