El 10 de diciembre, día de los derechos humanos y la democracia, se cumplen tres años de Cristina. No es casual que un patriota como Néstor haya asumido un 25 de mayo, fecha clave para la histórica argentina y sumamente significativa para nosotros, los peronistas.
Tampoco es casual que una mujer como Cristina, una justiciera, una restauradora, una compañera, haya asumido el día de los derechos humanos y la democracia.
Uno vino a reconstruir una patria devastada, a ponerla de pie, a dar los primeros pasos para darle el lugar a ella, quien asumió el poder y dejo en claro que es, como él la llamaba, la "Presidenta Coraje".
Las consignas que se leen en las calles son lo que más me emocionan y lo que tantas veces nos hace pensar cuál es el momento que estamos viviendo. Si a mí me movilizan, aspiro a hacerlas para que a alguien también lo haga. Podes creer o no, pero esto no es una cuestión de fe. La fe la dejamos en el 2001, cuando estábamos todos a la deriva, cuando las consignas no eran "Fuerza Cristina", "Que la pena se transforme en militancia", "Tiemblen gorilas, hay Kirchner para rato".
Muy por el contrario, se rogaba "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", expresión que mostraba la decadencia de la época y el nihilismo que muchos llevarían como bandera hasta que aparecieron ellos dos, la esperanza era lo único que quedaba para el pueblo.
Había todo un país por reconstruir. Después del terrorismo de Estado vino la democracia. Pero ¿qué democracia puede haber en un país donde la política económica es la neoliberal? ¿Cuánta democracia le puede permitir al pueblo un sistema económico que es desigual y excluyente? Con ella, la esperanza se transformó en certeza. Nosotros, el pueblo, sabemos que hay un modelo que funciona, que hay una mujer que junto a su compañero lograron llevar a la práctica la justicia social, la independencia económica, la soberanía política. Y esa certeza nos lleva a entender la necesidad de concretar dos proyectos de Juan Perón: el nacionalismo cultural y la unidad latinoamericana.
¿Quién se atreve a decirnos que Cristina no cumplió con esas cinco banderas, y que lo va a seguir haciendo?. Por haber tenido tantos ovarios todo este tiempo, tenemos la seguridad que vamos a seguir gobernando como se debe, que es sinónimo de profundizar, dar derechos, conducir este barco y con la certeza de que es capaz.
Porque este gobierno lucha contra los verdaderos poderes, los poderes internacionales, los que nos vendieron la patria, la disfrazaron, la destruyeron, los que nos robaron hasta la identidad. Esos, los de profundo sentimiento cipayo, los que comprenden a la patria como un terruño, un poco más de fortuna.
Nosotros entendemos a la patria como la interpretó nuestra línea histórica, y aunque nos quieran descalificar, aunque quieran desmerecer de los logros a este gobierno, aunque nos minimicen y nos peguen por los desastres que generó la injusticia social, la dependencia económica y la dominación política por parte del imperio de turno en complicidad con el Menemato, que disfrazado de Peronismo manchó la doctrina y desprestigió el partido del general Perón, el partido del pueblo.
Por más que nos quieran derrotar, el pueblo no es ingenuo, y sabe que los logros que lleva adelante la presidenta, no son logros del justicialismo ni de ningún partido, es un logro de los que amamos a nuestro país, de los que sabemos lo que nos merecemos, de los que estamos orgullosos de ser políticamente incorrectos, de los que no nos arrodillamos ante las recetas que históricamente aspiraron a la desigualdad para acumular para unos pocos y desmerecer a la mayoría, esos cipayos que siempre quisieron ser lo que no son.
Las medidas de este gobierno tienen un logro que trasciende los derechos, que hace que esta ideología vuelva a ser central y que el pueblo vuelva a ser consciente de lo que vale y no darse por vencido. Este modelo es defendido por la gente. ¿O acaso quienes eran los que estaban despidiendo al compañero Néstor en la plaza aquellos tres días? Más allá de querer despedirlo, también era una demostración de fuerza para los que comenzaban a festejar.
Esos días, el monopolio mediático y sus aliados comenzaron a marcar su nueva estrategia: "¿Cristina podrá sola? ¿Quién va a manejar el país ahora? ¿Será como Isabel Perón? Los puestos de diarios, los barrios, la ciudad, y el país entero, se dividían entre las noticias de tristeza, los afiches de ’Por siempre Néstor, Fuerza Cristina’, y las sospechas del gorila que festejaba, al indiferente de siempre, el que no le importaba, el que no le gusta hablar de política "porque me duele la cabeza".
Me acuerdo que yendo en subte a la Plaza de Mayo, cuando un grupo de jóvenes me vio con la remera de Peronismo Militante comentaron "ja, están de luto". Como "viva el cáncer" ayer, más de uno festejo el infarto hoy.
Por eso mismo el pueblo fue a la plaza. Eran palabras de aliento y llantos profundamente humanos. Diciéndole a la Capitana, a Cristina, que tenga fuerza, que él vive en nosotros, que él no murió, sino que puso mil semillas, donde florecerán mil flores.
Néstor no murió, Néstor se multiplicó.
Quien ponga en duda la capacidad de Cristina cometerá un grave error, porque no saben que Cristina es una leona, y así como ayer Evita decía que no sería nada sin Perón y sin su pueblo, que todo se lo debía a él, Néstor, en cada discurso decía, recordaba, nos marcaba que el camino era junto a la Presidenta, que hay que apoyarla, que es más que fuerte y brillante.
Y no lo digo por admiración, por ceguera, por estar metida en un círculo de militancia. Si no, porque como bien dije, el pueblo no es ingenuo, y no se olvida. Todo lo que Cristina les dio lo van a defender con uñas y dientes porque bien saben que con todo lo logrado hasta hoy, si mañana ganara un gorila, tiene hasta diez años o más, para destruir el país, retroceder y volver a la cultura de pizza y champagne.
Hoy en día miramos atrás y vemos los ´90. Las políticas marcan la cultura. Y lograr el nacionalismo cultural es, al menos, comenzar a descolonizarnos de todas esas costumbres que nos impusieron los yankees, los europeos, los unitarios de ayer, los cipayos de hoy y de siempre.
Hoy miramos con asco esos valores, de la ostentación, de admirar lo abundante, del sálvese quien pueda, de no poder comprender que la vida es mucho más que lo material y lo frívolo, que nadie puede ser plenamente feliz en una comunidad que no está organizada, donde no hay trabajo, no hay pan en cada mesa, no hay pibes que puedan jugar, sino que tienen que trabajar, que no pueden acceder a la educación. Un país donde la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es inmensa.
Puede que no te guste, que te moleste, que aun te quede un dejo liberal en tu mente, que tus actitudes sean egoístas, pero hay que prepararse para aceptar una nueva Argentina, donde los pobres dejen de ser pobres, donde los ricos aprendan a flexibilizar sus privilegios, donde la cultura popular sea visible porque vamos a tener la seguridad que somos bienvenidos y que sobre todo, somos convocados a construir este país.
Néstor nos dio esperanza, y Cristina certeza. Certeza que hay una línea histórica que nos ha quedado inconclusa y de la que falta mucho para concluir, Cristina nos dijo que la liberación es posible, y Cristina sabe que no nos puede defraudar, que sus ideales son nuestros ideales, que ella los revivió y que el pueblo cree ciegamente en ella.
Sabemos que los tiempos cambiaron, hoy nosotros no vamos morir por la patria. Vamos a dar la vida entera por la patria.
Vamos a concluir los sueños de nuestros héroes, vamos a construir una patria grande, vamos a aprovechar este momento histórico.
Porque pareciera que América Latina tiene vida propia, que los tiempos no se manejan por igual en todos los países, separados por fronteras porque, como dijo el Colorado Ramos, fracasamos en ser esa patria grande. Y como históricamente hemos estado unidos por las victorias y las derrotas, hoy sabemos que la única opción es estar unidos o dominados. Y que unidos, somos más, y somos mejores.
Hace unos días, en la facultad de Derecho, Rafael Correa dio una consigna muy clara para lograr la segunda y definitiva independencia cultural: transformar el sentido común en sentido político.
Así, la gente, en vez de pensar porque un abuelo que nunca hizo aportes hoy accede a una jubilación, comienzan a decir "¿cómo alguien que nunca hizo aportes no accede a una jubilación?".
Esa es la forma de pensar. Si así pensamos todos vamos a poder comprender cómo funciona esta política. Cuánto mal nos hace a todos que un pibe no pueda jugar, que una mujer y un hombre no puedan trabajar, que un abuelo no tenga para comer ni para curarse, que la patria sea desigual, dependiente, dominada, colonizada y fragmentada.
Y cuánto bien nos hace ver a los pibes accediendo a la escuela, que las matriculas se multipliquen, que todos accedan a lo mismo, que tengan una computadora, que se triplique el presupuesto para educación, que se construyan escuelas, que la asignación le permita a los padres poder comprarle zapatillas y útiles a los tres hijos (al mismo tiempo), que los padres tengan trabajo, que la familia se organice, que los fin de semana largos puedan ir al campo o a la playa, que la industria se reactive, que los empresarios crezcan, que vuelvan las paritarias, que el movimiento obrero organizado vuelva a ser la columna vertebral del peronismo, que se haga justicia por los que lucharon por una patria justa, libre y soberana.
Que nos logremos sacar de encima esos organismos internacionales que juzgaban nuestras políticas y nuestra capacidad de conducción, que se ofendan los cipayos cuando queremos redistribuir las riquezas, que podamos hablar todos, y que cuando nos den el derecho a hablar tengan que salir a decir que estamos manejados, porque ahora, que podemos hablar, se nota cuántos somos los que bancamos a Cristina.
Desde que ella asumió el panorama es este. Y lo que nos falta, nuestro motor. Como me dijo un compañero: "Nosotros viento, la Patria barco, Cristina la Capitana".
* Clara Makín es militante juvenil peronista
Tampoco es casual que una mujer como Cristina, una justiciera, una restauradora, una compañera, haya asumido el día de los derechos humanos y la democracia.
Uno vino a reconstruir una patria devastada, a ponerla de pie, a dar los primeros pasos para darle el lugar a ella, quien asumió el poder y dejo en claro que es, como él la llamaba, la "Presidenta Coraje".
Las consignas que se leen en las calles son lo que más me emocionan y lo que tantas veces nos hace pensar cuál es el momento que estamos viviendo. Si a mí me movilizan, aspiro a hacerlas para que a alguien también lo haga. Podes creer o no, pero esto no es una cuestión de fe. La fe la dejamos en el 2001, cuando estábamos todos a la deriva, cuando las consignas no eran "Fuerza Cristina", "Que la pena se transforme en militancia", "Tiemblen gorilas, hay Kirchner para rato".
Muy por el contrario, se rogaba "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", expresión que mostraba la decadencia de la época y el nihilismo que muchos llevarían como bandera hasta que aparecieron ellos dos, la esperanza era lo único que quedaba para el pueblo.
Había todo un país por reconstruir. Después del terrorismo de Estado vino la democracia. Pero ¿qué democracia puede haber en un país donde la política económica es la neoliberal? ¿Cuánta democracia le puede permitir al pueblo un sistema económico que es desigual y excluyente? Con ella, la esperanza se transformó en certeza. Nosotros, el pueblo, sabemos que hay un modelo que funciona, que hay una mujer que junto a su compañero lograron llevar a la práctica la justicia social, la independencia económica, la soberanía política. Y esa certeza nos lleva a entender la necesidad de concretar dos proyectos de Juan Perón: el nacionalismo cultural y la unidad latinoamericana.
¿Quién se atreve a decirnos que Cristina no cumplió con esas cinco banderas, y que lo va a seguir haciendo?. Por haber tenido tantos ovarios todo este tiempo, tenemos la seguridad que vamos a seguir gobernando como se debe, que es sinónimo de profundizar, dar derechos, conducir este barco y con la certeza de que es capaz.
Porque este gobierno lucha contra los verdaderos poderes, los poderes internacionales, los que nos vendieron la patria, la disfrazaron, la destruyeron, los que nos robaron hasta la identidad. Esos, los de profundo sentimiento cipayo, los que comprenden a la patria como un terruño, un poco más de fortuna.
Nosotros entendemos a la patria como la interpretó nuestra línea histórica, y aunque nos quieran descalificar, aunque quieran desmerecer de los logros a este gobierno, aunque nos minimicen y nos peguen por los desastres que generó la injusticia social, la dependencia económica y la dominación política por parte del imperio de turno en complicidad con el Menemato, que disfrazado de Peronismo manchó la doctrina y desprestigió el partido del general Perón, el partido del pueblo.
Por más que nos quieran derrotar, el pueblo no es ingenuo, y sabe que los logros que lleva adelante la presidenta, no son logros del justicialismo ni de ningún partido, es un logro de los que amamos a nuestro país, de los que sabemos lo que nos merecemos, de los que estamos orgullosos de ser políticamente incorrectos, de los que no nos arrodillamos ante las recetas que históricamente aspiraron a la desigualdad para acumular para unos pocos y desmerecer a la mayoría, esos cipayos que siempre quisieron ser lo que no son.
Las medidas de este gobierno tienen un logro que trasciende los derechos, que hace que esta ideología vuelva a ser central y que el pueblo vuelva a ser consciente de lo que vale y no darse por vencido. Este modelo es defendido por la gente. ¿O acaso quienes eran los que estaban despidiendo al compañero Néstor en la plaza aquellos tres días? Más allá de querer despedirlo, también era una demostración de fuerza para los que comenzaban a festejar.
Esos días, el monopolio mediático y sus aliados comenzaron a marcar su nueva estrategia: "¿Cristina podrá sola? ¿Quién va a manejar el país ahora? ¿Será como Isabel Perón? Los puestos de diarios, los barrios, la ciudad, y el país entero, se dividían entre las noticias de tristeza, los afiches de ’Por siempre Néstor, Fuerza Cristina’, y las sospechas del gorila que festejaba, al indiferente de siempre, el que no le importaba, el que no le gusta hablar de política "porque me duele la cabeza".
Me acuerdo que yendo en subte a la Plaza de Mayo, cuando un grupo de jóvenes me vio con la remera de Peronismo Militante comentaron "ja, están de luto". Como "viva el cáncer" ayer, más de uno festejo el infarto hoy.
Por eso mismo el pueblo fue a la plaza. Eran palabras de aliento y llantos profundamente humanos. Diciéndole a la Capitana, a Cristina, que tenga fuerza, que él vive en nosotros, que él no murió, sino que puso mil semillas, donde florecerán mil flores.
Néstor no murió, Néstor se multiplicó.
Quien ponga en duda la capacidad de Cristina cometerá un grave error, porque no saben que Cristina es una leona, y así como ayer Evita decía que no sería nada sin Perón y sin su pueblo, que todo se lo debía a él, Néstor, en cada discurso decía, recordaba, nos marcaba que el camino era junto a la Presidenta, que hay que apoyarla, que es más que fuerte y brillante.
Y no lo digo por admiración, por ceguera, por estar metida en un círculo de militancia. Si no, porque como bien dije, el pueblo no es ingenuo, y no se olvida. Todo lo que Cristina les dio lo van a defender con uñas y dientes porque bien saben que con todo lo logrado hasta hoy, si mañana ganara un gorila, tiene hasta diez años o más, para destruir el país, retroceder y volver a la cultura de pizza y champagne.
Hoy en día miramos atrás y vemos los ´90. Las políticas marcan la cultura. Y lograr el nacionalismo cultural es, al menos, comenzar a descolonizarnos de todas esas costumbres que nos impusieron los yankees, los europeos, los unitarios de ayer, los cipayos de hoy y de siempre.
Hoy miramos con asco esos valores, de la ostentación, de admirar lo abundante, del sálvese quien pueda, de no poder comprender que la vida es mucho más que lo material y lo frívolo, que nadie puede ser plenamente feliz en una comunidad que no está organizada, donde no hay trabajo, no hay pan en cada mesa, no hay pibes que puedan jugar, sino que tienen que trabajar, que no pueden acceder a la educación. Un país donde la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es inmensa.
Puede que no te guste, que te moleste, que aun te quede un dejo liberal en tu mente, que tus actitudes sean egoístas, pero hay que prepararse para aceptar una nueva Argentina, donde los pobres dejen de ser pobres, donde los ricos aprendan a flexibilizar sus privilegios, donde la cultura popular sea visible porque vamos a tener la seguridad que somos bienvenidos y que sobre todo, somos convocados a construir este país.
Néstor nos dio esperanza, y Cristina certeza. Certeza que hay una línea histórica que nos ha quedado inconclusa y de la que falta mucho para concluir, Cristina nos dijo que la liberación es posible, y Cristina sabe que no nos puede defraudar, que sus ideales son nuestros ideales, que ella los revivió y que el pueblo cree ciegamente en ella.
Sabemos que los tiempos cambiaron, hoy nosotros no vamos morir por la patria. Vamos a dar la vida entera por la patria.
Vamos a concluir los sueños de nuestros héroes, vamos a construir una patria grande, vamos a aprovechar este momento histórico.
Porque pareciera que América Latina tiene vida propia, que los tiempos no se manejan por igual en todos los países, separados por fronteras porque, como dijo el Colorado Ramos, fracasamos en ser esa patria grande. Y como históricamente hemos estado unidos por las victorias y las derrotas, hoy sabemos que la única opción es estar unidos o dominados. Y que unidos, somos más, y somos mejores.
Hace unos días, en la facultad de Derecho, Rafael Correa dio una consigna muy clara para lograr la segunda y definitiva independencia cultural: transformar el sentido común en sentido político.
Así, la gente, en vez de pensar porque un abuelo que nunca hizo aportes hoy accede a una jubilación, comienzan a decir "¿cómo alguien que nunca hizo aportes no accede a una jubilación?".
Esa es la forma de pensar. Si así pensamos todos vamos a poder comprender cómo funciona esta política. Cuánto mal nos hace a todos que un pibe no pueda jugar, que una mujer y un hombre no puedan trabajar, que un abuelo no tenga para comer ni para curarse, que la patria sea desigual, dependiente, dominada, colonizada y fragmentada.
Y cuánto bien nos hace ver a los pibes accediendo a la escuela, que las matriculas se multipliquen, que todos accedan a lo mismo, que tengan una computadora, que se triplique el presupuesto para educación, que se construyan escuelas, que la asignación le permita a los padres poder comprarle zapatillas y útiles a los tres hijos (al mismo tiempo), que los padres tengan trabajo, que la familia se organice, que los fin de semana largos puedan ir al campo o a la playa, que la industria se reactive, que los empresarios crezcan, que vuelvan las paritarias, que el movimiento obrero organizado vuelva a ser la columna vertebral del peronismo, que se haga justicia por los que lucharon por una patria justa, libre y soberana.
Que nos logremos sacar de encima esos organismos internacionales que juzgaban nuestras políticas y nuestra capacidad de conducción, que se ofendan los cipayos cuando queremos redistribuir las riquezas, que podamos hablar todos, y que cuando nos den el derecho a hablar tengan que salir a decir que estamos manejados, porque ahora, que podemos hablar, se nota cuántos somos los que bancamos a Cristina.
Desde que ella asumió el panorama es este. Y lo que nos falta, nuestro motor. Como me dijo un compañero: "Nosotros viento, la Patria barco, Cristina la Capitana".
* Clara Makín es militante juvenil peronista
1 comentario:
Muy buen post
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